jueves, 24 de octubre de 2013

"LA GUERRA DE LOS MUNDOS"

   En la era de la comunicación y la tecnología, cuando parece que el ser humano ha alcanzado la condición de Dios todopoderoso, va mi biblioteca, muy chula ella, y me pega una torta con toda la mano abierta: “Aquí tienes, bonita; La guerra de los mundos”.
Esta fue la primera edición

    Odio no llevar razón, ya lo sabéis, pero he de reconocer que este libro me ha abierto los ojos en varios asuntos que yo ya consideraba irremediablemente zanjados.

   La historia transcurre a finales del s. XIX. Inglaterra es el centro del mundo (los extraterrestres todavía no conocían Nueva York) y comienzan a estrellarse cerca de Londres una especie de enormes cilindros metálicos con unas extrañas criaturas dentro. Al principio, la soberbia humana lleva a no hacer nada al respecto ¿Qué daño van a hacerle esas criaturitas que luchan contra la gravedad al gran homínido, aquel que doma leones, el que es capaz de construir barcos y edificios… ? ¿Qué van a hacerle al hijo predilecto de Dios?

   La clase media, como piensa lo que le ordenan y no se molesta en investigar, se traga lo que la prensa caga. Información falsa, inventada, casi caricaturesca que le cuesta la vida. Ya que el momento en el que la masa despertó de su engaño, fue aquel en el que vio levantarse sobre su cuadriculada vida unos gigantescos trípodes mecanizados, armados con lo que los pocos supervivientes de la masacre llamaron rayo calórico y que, por supuesto, se salía de sus cálculos.




   Esta situación apocalíptica coloca al ser humano, al menos durante la historia, en el mismo cajón que al resto de los seres vivos de la Tierra. La superinteligencia alienígena nos equipara a los conejos, a los perros, a las ovejas... La lógica mediante la que opera nuestro cerebro nos diría que ese nuevo orden de las cosas es el que debe ser; los marcianos son superiores y tienen derecho a hacer lo que les plazca con el resto de las especies y con la naturaleza, pueden matar niños, ancianos, discapacitados, destruir sus hogares, hacer insufrible su existencia mediante la tortura y el temor... ¿No es en ese mismo argumento en el que se refugia el hombre para expandir su tiranía sobre el planeta? ¿Acaso no nos escudamos en nuestra "superioridad"? ¿No es ella la que legitima nuestro abuso y nos exculpa? Pues, en tal caso, cuando la naturaleza, de este mundo o de otros, se levante sobre nosotros, no podremos hacer otra cosa que agachar la cabeza y contener el llanto.

   Uno de los personajes, llegado el momento, dice "esto no es una guerra. Nunca fue una guerra, del mismo modo que jamás ha habido una guerra entre los hombres y las hormigas". Sin embargo, indefensas, en muchas ocasiones, las pisamos por diversión o mera molestia. No valoramos la vida y, por supuesto, no respetamos la muerte ¿Qué clase de seres somos?

   La novela es una vorágine de sucesos increíbles que me está costando la misma vida no plasmar aquí para no estropearos una próxima lectura. Pero por encima os digo que podréis vivir trágicas evacuaciones de miles de personas; ver al ser humano llevado al extremo de la necesidad; la astucia y la fábula dándose la mano en el mismo cerebro; la fe, la locura, el pecado y el castigo enlazados en la misma persona... Todos los esquemas que el ser humano tiene por esta ilusión de intangibilidad en la que vivimos, se caen, se destrozan en esta obra.

   Como dato curioso os diré que esta es la primera descripción conocida de una invasión extraterrestre y que una adaptación de la novela, realizada por Orson Wells, hizo temblar literalmente de terror a EEUU.

   En fin, me parece una obra fantástica. No obstante, es muy cortita, muy descriptiva y tiene pocos diálogos. Aunque no os guste la ciencia ficción creo que debéis darle una oportunidad, porque de esta historia beben todas las demás que hayáis podido ver en vuestra vida sobre este tema. Es un clásico y una obligación en cualquier librería.

   Podéis encontrarlo en Fnac por nueve eurillos, pero, como os digo siempre, si podéis, acudid a un establecimiento pequeño. Un besazo.



4 comentarios:

  1. Yo no me he leído el libro pero ya había reflexionado sobre ellos. Por eso para mí los animales y los insectos (que es lo que más me cuesta asumir porque no paran de invadir mi habitación) están a nuestro nivel. Vamos a ver ¿quién cojones nos creemos para hacer este tipo de afirmaciones? ¿quién si es que existe Dios ha dicho que seamos su creación predilecta? Pues nosotros mismos, que somos unos egocéntricos y unos prepotentes.

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    1. Pues sí, el narcismo corre por nuestras venas, amigo ;)

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  2. Sólo cuando nuestras necesidades básicas están cubiertas, algunos de nosotros somos capaces de tener comportamientos que nos diferencian de los demás animales; como la solidaridad con nuestros congéneres e incluso con otras especies. En cualquier otro caso, no somos mejores que un león o una hormiga.

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    Respuestas
    1. Sí, deberíamos reflexionar al respecto. Llevar una vida acorde con la moral implica respetarla incluso en los momentos de caos.

      Un besazo y gracias por pasarte por aquí ;)

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