jueves, 13 de diciembre de 2012

A PROPÓSITO DE "KOHLHAAS".

  La injusticia, el odio y la sinrazón; tres palabras que podrían ser aplicables a demasiadas situaciones humanas y que constituyen el eje central de esta novela de Heinrich von Kleist;"Michael Kohlhaas".

Heinrich von Kleist
   Este libro trata, a grandes rasgos, de un comerciante de caballos, un hombre normal, trabajador y cumplidor de las leyes, que responde al patrón de ciudadano ideal, y que es engañado por un noble de la época, el “Junker” von Tronka. Al intentar que la justicia lo defienda se topa con la corrupción y la pasividad del organismo que debería protegerlo y que permite la ofensa que ha recibido. Intentando luchar por su causa, su esposa es asesinada. Entonces, decide emprender una revuelta para doblegar al sistema, mediante la violencia, y que se reconozca su justa pretensión. Finalmente consigue someterse a juicio y que su petición sea admitida; pese a ello, por lo crímenes cometidos en su campaña, es condenado a muerte.

   La injusticia es algo común, estamos habituados a vivir con ella. Esta historia fue escrita a principios del siglo XIX como una crítica a un sistema que toleraba este tipo de asuntos ¿creéis que hemos avanzado algo en este sentido? ¿No es la misma confianza la depositada en el "Junker" que la que nosotros proporcionamos a los bancos o, cada cuatro años, en los políticos? ¿No es la misma injusticia, o aun mayor, la de dar un sobrevalor a una vivienda para una hipoteca, y que, cuando la operación sea a la inversa, el inmueble se haya devaluado, que la de quedarse al cuidado de unos caballos lustrosos y devolver dos animales moribundos? ¿No ocurre lo mismo cuando nosotros confiamos en un programa político que cuando Kohlhaas se cree la exigencia de las credenciales dicho por una autoridad?


   Lo peor de todo no es que existan personas que carezcan de ética y del sentido de la justicia, sino que una organización, desde un Estado a un simple tribunal, nacidos en el seno de la sociedad precisamente como un mecanismo para distinguir el bien del mal, lo justo de lo injusto… no protejan al ciudadano que se atiene a sus normas y que es quien realmente le da valor a sus decisiones y a ellos mismos. Sin los ciudadanos no valen nada. El remedio existente para la injusticia se ha convertido en injusticia; como si la vacuna de la gripe, matara de gripe al vacunado.

Esta es mi edición.   Este primer engaño y la enorme decepción de ver que los rectos principios que se le han inculcado al protagonista son humo para el resto, provocan una revolución personal y social, igual necesaria entonces y, quizás, ahora. Sin embargo, como en todo, cuando la sinrazón y la ira gobiernan a la masa torpe, lo que comienza como una cruzada justa, para intentar corregir esa ignorancia de las injusticias, se transforma en crímenes y barbarie.

   De esto deriva algo que me parece importante señalar. La quema de ciudades que realiza nuestro protagonista, acompañado de sus numerosos secuaces, se lleva a cabo impulsada por una causa personal de su líder; no por un bien universal, no por un bien para todos los que luchan; sino, exclusivamente, por un bien para el que los guía. Para los demás no existe causa, y parecen no darse cuenta. De hecho, cuando el protagonista consigue acceder al defectuoso sistema de justicia, cesa su acción, porque realmente no le importan sus seguidores, sino únicamente su causa, su interés personal ¿No ocurrirá esto con lo líderes de los partidos? ¿y con los abogados? ¿y con las cabezas de las grandes religiones?

   Kohlhaas, y todos los que lo siguen, destruyen todo aquello que pisan, convirtiéndose en seres tanto, o más, desalmados y crueles que aquellos contra los que se levantaron. Con esto no quiero decir que este en contra de los alzamientos de la gente frente al sistema, pero sí del calor que los impulsa y de que voluntariamente se pierdan entre un nombre o una “idea” que, probablemente, no sea la que guíe la contienda. ¿Por qué? Porque las protestas, las luchas, deben llevarse a cabo desde la individualidad y el sentido común propio, ya que es imposible que cientos o miles de personas tengan pensamientos o un sentir idénticos, a lo mejor coinciden en un punto o dos de su incomodidad, pero estos no pueden ser justificación para una alianza a ultranza ni para la pérdida de la identidad del soldado. Esta estructura de “unidos, pero diferentes” fue la que me hizo fiel partidaria del movimiento 15M. Además, ocultados entre cientos, se difumina la culpa y se reparte la responsabilidad, y esto no debe ser así, pues uno es culpable, ni más ni menos, de todos los actos que realiza.

   La mecha que prende la pólvora en esta historia son los prejuicios, concretamente aquellos que fundamentan el clasismo. El “Junker” se siente superior por su condición de noble y terrateniente y le es imposible sentir empatía por el perjuicio causado al tratante. Es consciente del daño que ocasiona, pues afecta a la manera de ganarse la vida de ese señor, pero no le importa porque no lo considera su igual.

   Esto, al fin y al cabo, aunque basado en una historia real, es ficción, y no tiene más objetivo que el entretenimiento o, en su caso, la pedagogía, pero, lo realmente triste, es que estas circunstancias se dan en la vida real. Los prejuicios metieron a los judíos en las cámaras de gas, ellos han dejado a los gitanos relegados en los barrios más bajos de las ciudades, ellos han enclaustrado a las mujeres durante siglos… bueno, ellos y los borregos que dejan guiar su vida y, lo que es más grave, sus pensamientos, por absurdas connotaciones y presiones sociales.

   Por otro lado, y respecto a la parte más formal, quizás por mi cultura o por la manera de ser y de expresar los sentimientos a la que estoy acostumbrada, me parece que el autor peca de sobrio; a Kohlhaas le asesinan a su esposa a la que, según entiendo, amaba, y el papel no transpira rabia, ni desgarre, ni siquiera un rencor profundo, o al menos, no más profundo del que siente por el agravio a su patrimonio. Es más, cuando ella intenta disuadirlo de la venta de sus propiedades, él la abraza y la besa en una atmósfera casi fraternal, como a un hermano pequeño, cuya opinión, por supuesto, no va a tener en cuenta, hacerle caso a una mujer en aquel momento no era una opción.

   Además, estamos hablando de un señor cuya furia es tal que ha creado un ejército y prende fuego a cada palmo de tierra por el que galopa ¿Dónde está la furia en la narración? ¿Y la ira? ¿Y la sed de venganza?

   Bajo mi punto de vista, esta falta de sentimiento hace que al lector le falte la excitación necesaria para impregnarse de la historia. Creo que contada de otro modo ganaría mucho, porque la trama es muy interesante. A todos nos atraen las figuras de rebeldes justicieros que se sacuden la civilización y batallan empuñando sus principios, estoy hablando de Robin Hood, Gladiator, Espartaco… Pero es que, sobre todo en el final, el autor se entretiene demasiado en cuestiones muy tediosas, como “presentó la demanda”, “el Príncipe Elector de tal sitio o de tal otro”, “le contestaron”, “le dijeron”…  El proceso judicial no es, ni remotamente, atractivo; si la trama obliga a hacer referencia al mismo, debería hacerse puntualmente.

    Tampoco tiene diálogos que hagan más amena y rápida la lectura, y esas oraciones tan sumamente extensas causan el efecto de una narración aún más lenta y aburrida, incompatible, aun pecando de repetitiva, con ningún momento de tensión, acción o intriga.

   En conclusión, debo decir que la novela posee una trama bastante potente, capaz de despertarle curiosidad a cualquiera, y , aunque es cierto que le falta pasión e intriga, pone de manifiesto graves defectos sociales  y hace una fuerte y necesaria crítica aplicable a cualquier sistema de justicia actual. En síntesis, y parafraseando a Joe E. Brown en “Con faldas y a lo loco”; “nadie es perfecto”.

   Si esta revolucionaria historia os ha llamado la atención y queréis disfrutarla más en profundidad, podéis adquirirla por unos catorce euros aproximadamente. Pinchando aquí entraréis directamente a la página de compra de la Fnac, aunque, lo que os digo siempre, si podéis obtenerlo en una librería cercana, mejor para todos.

   Gracias, y hasta otra ;) 

4 comentarios:

  1. No suelen ser las adaptaciones novelescas a la gran pantalla uno de mis fuertes, pero quizás se pueda hacer una excepción tratándose de una producción de medio presupuesto y una base tan buena.

    http://www.teinteresa.es/cine/Danes-Mikkelsen-Michael-Kohlhaas-Kleist_0_925108111.html

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  2. Gracias por la recomendación y por comentar, Rafa ^^ Lo tendré en cuenta.

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  3. Me encantó el libro y la conclusión, aunque prefiero Tolstoi.

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